miércoles, 20 de septiembre de 2023

Azami, el club de Mitsuko. Aki Shimazaki

 AZAMI: EL CLUB DE MITSUKO

AKI SHIMAZAKI 

TRADUCCIÓN: ÍÑIGO JÁUREGUI

138 PÁGINAS 




SINOPSIS


Aki Shimazaki habla de una familia como muchas otras, retratando sentimientos íntimos, relaciones rotas vividas en las sombras y mentiras. Mitsuo Kawano, de treinta y seis años, divide su tiempo entre su familia y su trabajo como redactor en una revista de actualidad, y para compensar la inexistente vida sexual con Atsuko, la madre de sus hijos, frecuenta un lujoso club. Allí, se encontrará con la hermosa y misteriosa Mitsuko, excompañera de clase, que fue su primer amor secreto. Los recuerdos resurgen y pronto empieza una relación entre los dos en la que Mitsuo redescubre una pasión inesperada y que lo abarca todo. Sin embargo, el aparente equilibrio entre la vida cotidiana y los encuentros furtivos está destinado a resquebrajarse.


Hace tres años, durante el confinamiento, leí "Hozuki, la librería de Mitsuko" y fue una lectura muy agradable y entrañable. Me gustó la ternura que la autora desprende al relatar la historia de Mitsuko. A veces tardamos en volver a un autor sin saber muy bien los motivos de tanta demora, seguramente debido a los millones de publicaciones anuales y tantas lecturas pendientes. Así que al ver "Azami, el club de Mitsuko" en las novedades de Nórdica Editorial supe que era el momento del reencuentro con la autora. Y también con la protagonista Mitsuko, porque desconocía que estamos ante una pentalogía. La pentalogía del cardo.

Hay una cosa curiosa con estos dos títulos publicados por Nórdica. Hôzuki, se publicó primero y es la segunda parte. Una vez conocemos a la protagonista librera, retrocedemos a su pasado en Azami. No es algo novedoso que se publique la precuela de una obra, lo raro es que en una pentalogía pasemos del segundo al primero para, posiblemente, ir hasta la tercera parte. Seguramente es una estrategia de marketing para llegar a más lectores, porque Hôzuki es una maravilla de nouvelle y mucho más entrañable que Azami, a la vez que es un mayor reclamo para leer a Aki Shimazaki.  Nórdica al publicar, este año, Azami aprovecharon para cambiar la carátula del anterior libro y si se abren los dos y se colocan juntos forman una imagen preciosa. Lo malo es que los que tenemos la primera edición de "Hôzuki, la librería de Mitsuko" no podemos formar este mosaico tan zen.

Mitsuo Kawano trabaja de redactor en una importante revista. Estar tanto tiempo fuera de casa pasa factura a la relación con su mujer, son como una pareja de amigos más que un matrimonio. Él empieza a frecuentar los locales rojos, al no mantener relaciones y dormir en habitaciones separadas. Atsuko, su mujer, cada vez se siente más libre viviendo en el campo con los niños, mientras disfruta con su propio negocio de plantación ecológica.

El reencuentro con Gorô Kida es el punto de partida de los recuerdos, los primeros enamoramientos, las coincidencias , las nuevas ilusiones y los remordimientos. Gorô se encarga, cada año, de organizar una reunión con los antiguos compañeros del colegio. Mitsuo nunca asiste, a pesar de recibir la invitación. Solamente le interesa una compañera con la que coincidieron los últimos años y de la que se entera que tampoco asiste a esas quedadas. Encontrarse con Kido le supone reencontrarse con su primer amor, Azami. Cuando uno echa la vista atrás se da cuenta que muchos de los sueños infantiles no se cumplen. Eso les pasa a estos tres protagonistas, ninguno ejerce la profesión deseada. 

Volver a ver a Mitsuko, la protagonista de Hozuki, es el resurgir de Mitsuo. De golpe florecen los sentimientos y arde la llama del amor que se iba apagando. La crisis de identidad late muy fuerte y las casualidades tienen un papel muy importante. 

En pocas páginas, la autora, nos adentra en la problemática matrimonial con sus infidelidades, mientras abre la puerta del corazón para dotar a lo cotidiano de mucha ternura y tradición. En Japón los burdeles están bien vistos, las flores tienen su propio lenguaje y todo ambientado en un aura nipona que atrae.

Cada vez tengo más claro el seguir leyendo a Shimazaki, me recuerda mucho a Annie Ernaux. Las dos narran actos corrientes con mucho temple, sin necesidad de rodeos transmiten lo esencial y saben como remorder la conciencia en el lector.

Las flores son un bello modo de dar a conocer y transmitir sentimientos. Dejemos que las coincidencias bailen al son de la canción infantil Azami.