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miércoles, 9 de septiembre de 2015

El viento comenzó a mecer la hierba. Emily Dickinson.


EL VIENTO COMENZÓ A MECER LA HIERBA.
EMILY DICKINSON
NÓRDICA LIBROS
112 PÁGINAS
 


 
SINOPSIS
 
Emily Dickinson fue una mujer inteligente, rebelde y culta que, en su encierro voluntario en la habitación de su casa en Amherst, construyó una de las obras más sólidas de la literatura universal.
 
Como señala Juan Marqués en la presentación, sus poemas "además de ser escritos, en principio, exclusivamente para la inmensa minoría de sí misma, fueron, a un tiempo, complicadísimos y simples, alegres y tristes, transparentes y enigmáticos. Son poemas que acompañan y ayudan a vivir a quien los lee, que enseñan a observar mejor, que obligan a ser más compasivo".
 
Aunque su obra es muy extensa, hemos preferido editar un libro pequeño, íntimo, dickinsoniano, para lo que ha sido fundamental la visión poética de las ilustraciones de Kike de la Rubia.
 
Este verano volví a leer poesía, primero un acercamiento a los poemas escritos en prosa de José María Caballero Bonald y después a este poemario ilustrado de Emily Dickinson.
 
"El viento comenzó a mecer la hierba" es una pequeña joya publicada por Nórdica Libros, una selección de 27 poemas de Emily Dickinson en edición bilingüe. Traducidos al castellano por Enrique Goicolea y acompañados de las idóneas ilustraciones de Kike de la Rubia. Es una gozada disfrutar de los poemas y poder leerlos también en su lengua original, un acercamiento mayor a las palabras y a su ritmo sonoro y emocional.
 
El agua se aprende por la sed;
la tierra, por los océanos atravesados;
el éxtasis, por la agonía.
La paz se revela por las batallas;
el amor, por el recuerdo de los que se fueron;
los pájaros, por la nieve.
 
 
Emily Dickinson pertenecía a una familia adinerada y protestante, pero ella en lugar de vivir y volar decidió encerrarse en una habitación en la casa de su padre, en Amherst. La mayoría de su obra apareció en su habitación cuando la poeta falleció. Un éxito póstumo que la convierte en una de las grandes poetisas universales. Un talento oculto que ilumina y da alas a su soledad y tristeza. Dickinson se alejó del amor, le cerró las puertas, y por eso es uno de los grandes temas que menciona en sus poemas. Unos poemas que hablan de soledad, sosiego, esperanza, libros, naturaleza, fantasmas, tristeza y muerte. Algunos son más sencillos, en cambio en otros es más complicado entender lo que imaginaba su mente, al vivir encerrada es complicado llegar hasta sus ideas originales, solo podemos interpretarlas. Lo impresionante y bonito de los poemas y de cualquier escrito es llegar a los lectores y que cada uno los interprete a su manera y los disfrute. Hay tantas visiones como colores.
 
Kike de la Rubia acompaña musicalmente los versos con ilustraciones. Unos dibujos que reflejan las emociones y pensamientos de la poetisa, paseando por el prado bajo inquietantes nubarrones negros mientras el viento nos abre los ojos y nos mantiene alertados de la realidad.
 
"El viento comenzó a mecer la hierba" es el inicio del último poema perteneciente a este poemario, y precisamente su título fue el que me acercó a esta íntima colección de sentimientos de la autora, a su vida claustrofóbica, a su falta de amor y a su libertad oculta.
 
Sin lugar a dudas, una autora que merece ser leída sin prisa, sintiendo la brisa de sus palabras y versos.
 
"Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro" (Emily Dickinson).