LA TIERRA QUE PISAMOS
JESÚS CARRASCO
SEIX BARRAL
272 PÁGINAS
SINOPSIS
A comienzos del siglo XX España ha sido anexionada al mayor imperio que Europa ha conocido. Tras la pacificación, las élites militares eligen un pueblo de Extremadura como gratificación para los mandos a cargo de la ocupación. Eva Holman, esposa de uno de ellos, vive su idílico retiro en la paz de su conciencia hasta que recibe la visita inesperada de un hombre que empezará ocupando su propiedad y acabará por invadir su vida privada.
La tierra que pisamos habla del modo en que nos relacionamos con la tierra; con el lugar en el que nacemos pero también con el planeta que nos sostiene. Formas que van desde el atroz mercantilismo que ejerce el poder hasta la evolución de un hombre que cultiva a la sombra de una encina. Y entre esos dos extremos, la lucha de una mujer por encontrar el auténtico sentido de su vida, del que su propia educación la ha desviado.
"La tierra que pisamos" es uno de los libros con los que viajé a la Feria del Libro de Madrid. Mi sorpresa llegó al saludar a Jesús y reconocerme, esos detalles alegran muchísimo y más cuándo un autor tiene miles de lectores. A Jesús lo conocí personalmente el día de Sant Jordi, en la fiesta de Planeta, que lo saludamos con Manuela y nos hicimos una foto con él.
Su anterior novela, "Intemperie", fue una grata sorpresa y me encantó encontrar una historia dura escrita con una prosa árida y utilizando un léxico abandonado. Y en La tierra que pisamos el autor hace gala de una prosa de calidad, con un vocabulario más accesible, para narrar otra historia dura pero demasiado lenta. Tenía las expectativas altas después de su primera novela, y esta vez la novela no fue lo esperado.
Eva Holman y su esposo Iosif viven en un pueblo del sur de España, cerca de Badajoz. El imperio les regala ese lugar para descansar una vez su marido cumplió con las órdenes de sus superiores. Eva debe cuidar de su marido que no puede moverse y actuar acorde a la patria. No puede ir contra el jefe, pero todo cambia el día que aparece un hombre a la puerta de su casa. Su silencio y quietud despiertan en ella el miedo hasta que se convierte en uno más de la casa y decide no delatarlo a la tropa.
La tierra que pisamos es una novela de batallas: las batallas de la guerra, la batalla por la supervivencia y las batallas internas que remueven conciencias. Enfrentamientos con claros vencedores y muchas víctimas, mandatarios que se creen dioses y otros obligados a tratar a las personas como animales. Por otra parte encontramos el personaje de Leva, quien llega a casa de Eva e Iosif intentando sobrevivir en la tierra de su jardín. Y los remordimientos que corroen a Eva por todo lo vivido, lo escondido y lo aceptado junto a su marido. Eva no acepta el haber perdido a su hijo en la guerra.
Con las páginas el autor desviste a los personajes para ofrecernos una visión nítida de sus personalidades. Una imagen natural en un ambiente rural en el que el hombre y la tierra forman un ser. Eva es la que narra la historia en primera persona, pero lo hace de una forma plana que no llega a despertar demasiados sentimientos. La trama es buena, pero el autor no consigue dotarla de la intriga necesaria para evitar una historia monótona y captar el interés del lector. La novela consta de 87 capítulos cortos, algunos tan solo de un párrafo que se leen con facilidad, aun así es una lectura para leer tranquilamente y dejarse llevar por los recovecos de la guerra y reflexionar sobre la culpa y la dureza de ese suceso.
La tierra es el factor importante de esta novela, Leva no deja de jugar con ella. Durante el transcurso de la historia vemos como talan un gran territorio, la erosión que provoca esa masacre humana y todo lo que aporta el cultivo. Carrasco consigue, igual que en su anterior novela, crear una novela muy rural y transmitir su olor y textura para valorar lo que pisamos. Incluso llevándonos a pensar en las grandes fosas cavadas en las guerras. La tierra es nuestro territorio y al igual que las personas necesita cuidados y mimos.
Está claro que Jesús Carrasco es un autor con una prosa única y unos mensajes para reflexionar, pero sus libros no son aptos para todos los públicos.
Su anterior novela, "Intemperie", fue una grata sorpresa y me encantó encontrar una historia dura escrita con una prosa árida y utilizando un léxico abandonado. Y en La tierra que pisamos el autor hace gala de una prosa de calidad, con un vocabulario más accesible, para narrar otra historia dura pero demasiado lenta. Tenía las expectativas altas después de su primera novela, y esta vez la novela no fue lo esperado.
Eva Holman y su esposo Iosif viven en un pueblo del sur de España, cerca de Badajoz. El imperio les regala ese lugar para descansar una vez su marido cumplió con las órdenes de sus superiores. Eva debe cuidar de su marido que no puede moverse y actuar acorde a la patria. No puede ir contra el jefe, pero todo cambia el día que aparece un hombre a la puerta de su casa. Su silencio y quietud despiertan en ella el miedo hasta que se convierte en uno más de la casa y decide no delatarlo a la tropa.
La tierra que pisamos es una novela de batallas: las batallas de la guerra, la batalla por la supervivencia y las batallas internas que remueven conciencias. Enfrentamientos con claros vencedores y muchas víctimas, mandatarios que se creen dioses y otros obligados a tratar a las personas como animales. Por otra parte encontramos el personaje de Leva, quien llega a casa de Eva e Iosif intentando sobrevivir en la tierra de su jardín. Y los remordimientos que corroen a Eva por todo lo vivido, lo escondido y lo aceptado junto a su marido. Eva no acepta el haber perdido a su hijo en la guerra.
Con las páginas el autor desviste a los personajes para ofrecernos una visión nítida de sus personalidades. Una imagen natural en un ambiente rural en el que el hombre y la tierra forman un ser. Eva es la que narra la historia en primera persona, pero lo hace de una forma plana que no llega a despertar demasiados sentimientos. La trama es buena, pero el autor no consigue dotarla de la intriga necesaria para evitar una historia monótona y captar el interés del lector. La novela consta de 87 capítulos cortos, algunos tan solo de un párrafo que se leen con facilidad, aun así es una lectura para leer tranquilamente y dejarse llevar por los recovecos de la guerra y reflexionar sobre la culpa y la dureza de ese suceso.
La tierra es el factor importante de esta novela, Leva no deja de jugar con ella. Durante el transcurso de la historia vemos como talan un gran territorio, la erosión que provoca esa masacre humana y todo lo que aporta el cultivo. Carrasco consigue, igual que en su anterior novela, crear una novela muy rural y transmitir su olor y textura para valorar lo que pisamos. Incluso llevándonos a pensar en las grandes fosas cavadas en las guerras. La tierra es nuestro territorio y al igual que las personas necesita cuidados y mimos.
Está claro que Jesús Carrasco es un autor con una prosa única y unos mensajes para reflexionar, pero sus libros no son aptos para todos los públicos.