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jueves, 30 de junio de 2016

La tierra que pisamos. Jesús Carrasco

 
LA TIERRA QUE PISAMOS
JESÚS CARRASCO
SEIX BARRAL
272 PÁGINAS
 
 
SINOPSIS
 
A comienzos del siglo XX España ha sido anexionada al mayor imperio que Europa ha conocido. Tras la pacificación, las élites militares eligen un pueblo de Extremadura como gratificación para los mandos a cargo de la ocupación. Eva Holman, esposa de uno de ellos, vive su idílico retiro en la paz de su conciencia hasta que recibe la visita inesperada de un hombre que empezará ocupando su propiedad y acabará por invadir su vida privada.


La tierra que pisamos habla del modo en que nos relacionamos con la tierra; con el lugar en el que nacemos pero también con el planeta que nos sostiene. Formas que van desde el atroz mercantilismo que ejerce el poder hasta la evolución de un hombre que cultiva a la sombra de una encina. Y entre esos dos extremos, la lucha de una mujer por encontrar el auténtico sentido de su vida, del que su propia educación la ha desviado.
 
 "La tierra que pisamos" es uno de los libros con los que viajé a la Feria del Libro de Madrid. Mi sorpresa llegó al saludar a Jesús y reconocerme, esos detalles alegran muchísimo y más cuándo un autor tiene miles de lectores. A Jesús lo conocí personalmente el día de Sant Jordi, en la fiesta de Planeta, que lo saludamos con Manuela y nos hicimos una foto con él.

Su anterior novela, "Intemperie", fue una grata sorpresa y me encantó encontrar una historia dura escrita con una prosa árida y utilizando un léxico abandonado. Y en La tierra que pisamos el autor hace gala de una prosa de calidad, con un vocabulario más accesible, para narrar otra historia dura pero demasiado lenta. Tenía las expectativas altas después de su primera novela, y esta vez la novela no fue lo esperado.

Eva Holman y su esposo Iosif viven en un pueblo del sur de España, cerca de Badajoz. El imperio les regala ese lugar para descansar una vez su marido cumplió con las órdenes de sus superiores. Eva debe cuidar de su marido que no puede moverse y actuar acorde a la patria. No puede ir contra el jefe, pero todo cambia el día que aparece un hombre a la puerta de su casa. Su silencio y quietud despiertan en ella el miedo hasta que se convierte en uno más de la casa y decide no delatarlo a la tropa.

La tierra que pisamos es una novela de batallas: las batallas de la guerra, la batalla por la supervivencia y las batallas internas que remueven conciencias. Enfrentamientos con claros vencedores y muchas víctimas, mandatarios que se creen dioses y otros obligados a tratar a las personas como animales. Por otra parte encontramos el personaje de Leva, quien llega a casa de Eva e Iosif intentando sobrevivir en la tierra de su jardín. Y los remordimientos que corroen a Eva por todo lo vivido, lo escondido y lo aceptado junto a su marido. Eva no acepta el haber perdido a su hijo en la guerra.

Con las páginas el autor desviste a los personajes para ofrecernos una visión nítida de sus personalidades. Una imagen natural en un ambiente rural en el que el hombre y la tierra forman un ser. Eva es la que narra la historia en primera persona, pero lo hace de una forma plana que no llega a despertar demasiados sentimientos. La trama es buena, pero el autor no consigue dotarla de la intriga necesaria para evitar una historia monótona y captar el interés del lector. La novela consta de 87 capítulos cortos, algunos tan solo de un párrafo que se leen con facilidad, aun así es una lectura para leer tranquilamente y dejarse llevar por los recovecos de la guerra y reflexionar sobre la culpa y la dureza de ese suceso.

La tierra es el factor importante de esta novela, Leva no deja de jugar con ella. Durante el transcurso de la historia vemos como talan un gran territorio, la erosión que provoca esa masacre humana y todo lo que aporta el cultivo. Carrasco consigue, igual que en su anterior novela, crear una novela muy rural y transmitir su olor y textura para valorar lo que pisamos. Incluso llevándonos a pensar en las grandes fosas cavadas en las guerras. La tierra es nuestro territorio y al igual que las personas necesita cuidados y mimos.

 Está claro que Jesús Carrasco es un autor con una prosa única y unos mensajes para reflexionar, pero sus libros no son aptos para todos los públicos.

martes, 10 de mayo de 2016

IMM 48

La colección de libros que llegó a casa en abril:

 
* Cervantes tiene quien le escriba. VV.AA.
 
* La librería a la vuelta de la esquina. VV.AA. Regalo de Mónica Gutiérrez que es un amor.
 
 
 
 
* Pan de limón con semillas de amapola de Cristina Campos. Una novela deliciosa ambientada en Mallorca que recibí gracias a Planeta. Me faltan las fotos para la reseña.
 
* El secreto de Vesalio de Jordi Llobregat. El único libro que compré por Sant Jordi en Barcelona.
 
 


 
* La mujer del reloj de Álvaro Arbina. Esta novela la gané por participar en la Yincana Histórica.
 
* Voces de Chernóbil de Svetlana Alexiévich.
 
 
 
Dos libros ganados en sorteos para participar en las lecturas conjuntas.
 

* Sobre Grace de Anthony Doerr. Reseña
 
* El ruiseñor de Kristin Hannah.
 
 
 
Y estos dos llegaron gracias a Seix Barral:
 
* La tierra que pisamos de Jesús Carrasco.
 
* Guerra de Janne Teller. Reseña




jueves, 1 de enero de 2015

Feliz año 2015 y mejores lecturas 2014


Lo primero quiero desearos un feliz año 2015. Imagino que a estas horas todo el mundo ya curó la resaca, ¿verdad?. Os deseo un año cargado de felicidad, momentos inolvidables, muchas y fructíferas lecturas y en el que se cumplan todos vuestros sueños y propósitos.
 
Estoy muy contenta porque en el 2014 leí más que nunca, 57 libros, por fin superada la barrera de los 50. Ha sido todo un logro, pero por otra parte estoy bastante decepcionada porque tengo muchas reseñas pendiente de publicar y escribir. Uno de mis grandes propósitos para este año es reseñar casi todos los libros que lea y publicar las reseñas atrasadas.
 
Podéis cotillear en este enlace mis lecturas. Ahora viene la difícil tarea de elegir las mejores lecturas del año. No me puedo quejar, fueron más que el último año y mejores. Me es imposible elegir solo 10, así que dejando a un lado las supersticiones, estas son las 13 novelas que más disfruté, más me emocionaron y con las que viví grandes momentos y aventuras, un placer viajar entre sus páginas.
 
- Falsos dioses. Peter Joseph.
- Mendel el de los libros. Stefan Zweig.
- Intemperie. Jesús Carrasco.
- Los colores de una vida gris. Pilar Muñoz.
- Siete días de Gracia. Carla Gràcia Mercadé.
- Respirar por la herida. Víctor del Árbol.
- Entre tonos de gris. Ruta Sepetys.
- Melodía quebrada. Josep Camps.
- Viajo sola. Samuel Bjork.
- Secretos del Arenal. Félix G. Modroño.
- Una madre. Alejandro Palomas.
- El corazón del caimán. Pilar Ruiz.
- El patio inglés. Gonzalo Garrido.
 
¡Feliz año y felices lecturas!

lunes, 17 de marzo de 2014

Intemperie de Jesús Carrasco


INTEMPERIE
JESÚS CARRASCO
EDITORIAL SEIX BARRAL
224 PÁGINAS
 
 
SINOPSIS
 
 
Un niño escapado de casa escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que lo buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.
 
Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua. En ese escenario, el niño, aún no del todo malogrado, tendrá la oportunidad de iniciarse en los dolorosos rudimentos del juicio o, por el contrario, de ejercer para siempre la violencia que ha mamado.
 
A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada.
 

Esta es una de esas novelas que por una parte te atraen y por otra tienes la duda de si conectarás con ella o no. Tenía miedo de no pillarla en un buen momento, de si todo ese vocabulario clásico sería un impedimento para entenderla, pero ante las dudas es mejor darle una oportunidad y descubrirlo por una misma. No quise arriesgarme a comprar el libro y lo reservé en la biblioteca, tengo que decir que es una lectura dura que me ha conquistado, no esperaba que consiguiera engancharme tanto.


Un niño se marcha de casa y se esconde en un agujero bajo brancas de poda. Se queda acurrucado ahí mientras escucha las voces del alguacil y sus compañeros que lo buscan. No se mueve para no hacer ruido y que puedan descubrirlo. Por la noche sale de su escondite y emprende un camino que no sabe a dónde le llevará, en su mente solo está alejarse del pueblo, de su familia y del alguacil. Pronto se da cuenta que el mapa mental que trazó en su cabeza no pasaba de los olivares cercanos al pueblo, que la comida y el agua escasean y que la supervivencia no será tarea fácil. En su aventura se encontrará un cabrero, una persona mayor y poco habladora, con la que convivirá por las llanuras solitarias.
 
Cabrero y niño recorrerán con las cabras y el perro las inmensas llanuras secas en busca de comida, siempre al acecho de no ser descubiertos. El agua es un bien escaso, mucha gente abandonó los pueblos interiores cuando ésta se agotó. Ahora solo quedan casas e iglesias medio derruidas con algunos pozos secos en los que al arrojar una piedra se escucha el sonido sordo del eco. Con el calor, la escasez de agua y de alimento seco para las cabras, éstas casi ni dan leche para que ellos puedan alimentarse.
 

 
El niño quiere ser útil al viejo pastor y se esforzará en aprender a cazar animales, en ordeñar las cabras e irá en busca de agua y alimento. Para sobrevivir hay que hacer lo impensable.

"De repente, el niño se sorbió los mocos, se levantó y, agarrando a una de las cabras, se la puso delante al viejo sin deshacer siquiera la cadeneta de cencerros. Luego, se sentó junto a él y esperó mientras el hombre colocaba la lata en su sitio. Cuando estuvo lista, el pastor le pidió al chico que agarrara las ubres. El muchacho formó  dos puños huecos y con ellos rodeó los pezones y apretó. Entonces el pastor le cogió los pulgares y se los colocó de tal forma que las uñas empujaban los pezones contra el interior de los otros dedos. Envolvió con sus manos las del chico y, sin decir palabra, manipuló las tetas haciendo que la leche saliera despedida. Y así, mediante esa imposición, el viejo le transmitió al muchacho el rudimento del oficio, otorgándole en ese instante la llave de una sabiduría perenne y esencial. La que extraía leche de las entrañas de los animales o hacía que de una espiga pudiera brotar un trigal. En poco rato llenaron la lata y la alcuza, dejando secas a las cabras. Reservaron la aceitera para que el viejo desayunara al día siguiente y se bebieron la lata entre los dos."
 

 En ningún momento conocemos los nombres de los personajes, ni la edad, ni el lugar y periodo en donde se desarrolla la trama. Esos datos no los eché en falta, lo importante de la novela son las descripciones, el caminar con los protagonistas e ir conociendo el porqué huye el niño. En la novela también aparecen el alguacil, su ayudante y un tullido. Los diálogos son escasos y las relaciones muy frías. A la intemperie viven los protagonistas y a la intemperie quedan las hazañas humanas, esas que retumban en la cabeza sobre el valor del bien y el mal.
 

 
 Una novela escrita concienzudamente, milimetrando cada palabra, cada gesto y cada paso. Una prosa de calidad y árida utilizando un léxico abandonado y cuidado para recrear una época rural impecable. Una atmósfera triste, abrasadora y dura que deja con sensación de asfixia.  Le tenía miedo al amplio vocabulario utilizado, pero no fue un impedimento para disfrutar de la lectura. Sí tuve que buscar bastantes vocablos, pero al ser de pueblo y haber vivido de cerca las tareas del campo gracias al abuelo, fue un paseo nostálgico por los recuerdos de esos trabajos tan duros y poco remunerados que se impregnan en la piel.
 
Intemperie es una novela impresionante, bella, dura y conmovedora para leer lentamente.